Tomás Kirzner y Luciano Cáceres protagonizan «La noche que luché contra Dios», un film que combina el drama con la historia y la aventura. El rabino Marcelo Polakoff contó que tuvo una especial participación.

La zona de los volcanes de Salsacate se convirtieron por momentos en la antigua Israel gracias a la película «La noche que luché contra Dios», protagonizada por Tomás Kirzner y Luciano Cáceres que se estrenó en cines y que tuvo una participación especial del rabino de Córdoba, Marcelo Polakoff.
La producción dirigida por Rodrigo Fernández Engler también se filmó en Israel y busca hacer una reflexión sobre la humanidad y también un homenaje a las víctimas del atentado contra la AMIA.
La trama sigue a un joven médico (interpretado por Kirzner) que comienza su primer día de trabajo en el Hospital de Clínicas de Buenos Aires el mismo día del devastador atentado a la AMIA en 1994. El impacto emocional lo lleva a trasladarse a Israel, donde conoce a Rubén, un amigo de su abuelo.
Este encuentro desencadena una suerte de viaje temporal al pasado, llevándolo 4.000 años atrás para conocer y verse reflejado en el personaje bíblico Jacob (Luciano Cáceres).
El rabino Marcelo Polakoff contó que lo invitaron a participar para enseñarle hebreo a los actores, ya que querían que los fragmentos de la antigua Israel se hablen en el idioma original -algo similar a lo que sucedió en «La pasión de Cristo» con el arameo.
Sorpresivamente, también tuvo una participación actoral: actuó de Isaac, padre de Jacob, originalmente destinado al actor Manuel Wirtz, que no pudo llegar.
«Además de ayudar con el guión en hebreo, tuve que entrenar a los actores para hablar un poquito en ese idioma. Fue muy lindo conocerlos y trabajar con ellos. En Luciano Cáceres encontré a un actor de primera, pero además a un amigo y un tipazo», relató.
Y remarcó el rabino, que aplicó algo del teatro que hizo cuando era chico: «Fue maravilloso ver cómo cobraban vida los patriarcas que yo leo y enseño desde tantos años fue extraordinario».
El referente del judaísmo destacó que no se trata de una película religiosa en sí, porque las situaciones que atraviesan a los personajes son problemas cotidianos atados a «la búsqueda del sentido». «Los dilemas de este médico se unen con los que tenía el patriarca Jacob», subrayó.
Por su parte, el director Rodrigo Fernández Engler, que es evangelista y ya había explorado historias con un nexo religioso en films anteriores como «Yo, traidor», destacó que buscó hacer un llamado a la justicia y también contar segundas oportunidades.
«Es un homenaje, un reconocimiento a los que murieron y a sus familiares del atentado contra la AMIA. También es una historia de redención, de aventuras, histórica. La pregunta es qué vínculo hay entre este joven y este personaje bíblico, separados por 4.000 años», apuntó.
«Es una película que nos interpela y nos llama a la reflexión en estos tiempos tan particulares que estamos viviendo», cerró.